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O los ocho errores para convertirte en un mal manager.

Aunque te parezca difícil de creer, casi ninguno de los malos jefes que has conocido, conoces o conocerás (en esta frase puedes cambiar el verbo conocer por sufrir, padecer, o algún otro similar) llega a su alto nivel de incompetencia de una manera premeditada. Todavía no he conocido a nadie que haya diseñado conscientemente un plan estratégico para convertirse en un mal jefe. Es más, no soy consciente de que exista ninguna formación o guía donde se ilustre a las personas para llegar a ser un mal jefe de manera voluntaria. Ser un mal jefe no está bien visto. No es una cualidad apreciada por la sociedad y de la que uno pueda jactarse orgulloso ante alguien que acaba de conocer, o incluso ante conocidos, amigos o familiares.

La cuestión es: si no se decide ser un mal jefe de manera premeditada, ¿cómo es posible encontrarlos con tanta facilidad? ¿A qué se debe? ¿Será un virus? ¿Un defecto genético que los afectados deben sufrir en silencio?

Uno no se suele convertir en un mal jefe de un día para otro, suele ser algo paulatino que puede dar su fruto en más o menos tiempo. No es mas que la suma de malas acciones de liderazgo realizadas en un periodo determinado, y que una vez han dado su fruto es muy difícil de erradicar.  En mi opinión, este es un claro ejemplo, o un elemento más que refuerza la idea de que el liderazgo no consiste en ser, sino en hacer (puedes profundizar sobre esta idea en el artículo titulado: «El lider no existe«).

Antes de pasar a ver el cuadrante del mal jefe, y de conocer cuáles son los ocho errores para convertirte en un mal manager, creo que es necesario explicar que los motivos por los que las personas se van convirtiendo en malos jefes. Estos motivos básicamente son tres: el temor a no ser apreciados por los demás, el tratar de evitar confrontaciones profesionales y conversaciones difíciles, y en especial el miedo a perder el puesto de trabajo.

Estos tres factores hacen que la transformación en un mal jefe sea una evolución sutil, casi imperceptible, pero cuando quieres darte cuenta el destrozo ya está hecho, y es muy difícil recomponer toda la confianza que se ha perdido con los colaboradores en el camino. Es como un virus silencioso que devasta tu competencia y tu talento como manager. De pronto, un día, te despiertas, te miras en el espejo y tomas conciencia de aquello en lo que te has convertido. Suele ser más el resultado de un no hacer en el momento adecuado, que el de hacer algo inapropiado. Aunque, por supuesto, hay de todo.

 

 

El cuadrante del mal jefe.

El cuadrante del mal jefe es muy sencillo de entender. Como puedes apreciar en la figura de más abajo, en el eje de ordenadas están contrapuestas las acciones de Pensar y Hacer, mientas que en el eje de abscisas están contrapuestas las acciones de Ver y Decir.

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En cada uno de los cuadrantes resultantes encontramos dos errores, cada uno de ellos resultado de la no realización de una de las acciones del cuadrante. De esta manera tenemos los ocho errores para convertirte en un mal jefe:

1.- Los errores del cuadrante Ver-Pensar son: la Disonancia y la Ceguera.

2.- Los errores del cuadrante Pensar-Decir son: la Mudez y la Irreflexión.

3.- Los errores del cuadrante Decir-Hacer son: el Incumplimiento y la Ocultación.

4.- Los errores del cuadrante Hacer-Ver son: la Incoherencia y la Pasividad.

 

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1.- Los errores del cuadrante Ver-Pensar.

La Disonancia. La Disonancia consiste en no reconocer lo que vemos. Nos ponemos la ojeras, como los caballos de los picadores, y no nos permitimos que los hechos desmonten lo que pensamos. Es decir, dejamos que las presuposiciones que tenemos asumidas se impongan sobre la realidad. Como decía Hegel, “si la teoría no concuerda con los hechos, tanto peor para los hechos”.

La Ceguera. La Ceguera consiste en no ver lo que pensamos. Negamos nuestros prejuicios,  y aunque en la mayoría de las ocaciones son evidentes para cualquier observador que esté un poco atento, nosotros nos empeñamos en no asumirlo. Somos capaces de ver la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.

 

 

2.- Los errores del cuadrante Pensar-Decir.

La Mudez. La Mudez consiste en no decir lo que pensamos. Evitamos mostrar nuestras opiniones por miedo a las consecuencias, o por falta de confianza en nosotros mismos. No somos conscientes de que la mayoría de las veces, el no expresar lo que pensamos suele acarrearnos el mal que tratamos de evitar.

La Irreflexión. La Irreflexión consiste en no pensar lo que decimos. Nos dejamos secuestrar por el poder de nuestra amígdala. En situaciones más o menos complicadas, respondemos desde la efervescencia emocional y no desde la sosegada razón. Suele ser consecuencia de la falta de autocontrol y en especial por la sobrevaloración de lo espontáneo.

3.- Los errores del cuadrante Decir-Hacer.

El Incumplimiento. El Incumplimiento consiste en no hacer lo que decimos. Es cuando nos comprometemos con algo y no lo cumplimos, o lo cumplimos de forma deficiente. Este error demuele la credibilidad que los demás tienen en nosotros.

La Ocultación. La Ocultación consiste en no decir lo que hacemos. Actuamos en la clandestinidad, en la mayoría de las ocasiones porque no seguimos los procesos, las normas o los valores de la compañía. Esta falta de acatamiento de las reglas suele se suelen dar o porque no los compartimos o porque pensamos más en los resultados, en el fin, que en los medios.

4.- Los errores del cuadrante Hacer-Ver.

La Incoherencia.  La Incoherencia consiste en no ver lo que hacemos. Nos negamos a reconocer la realidad de nuestro comportamiento. En especial las consecuencias de la falta de acción. Nos idealizamos a nosotros mismos, porque estamos más atentos a nuestras intenciones que a las consecuencias de nuestras acciones, o no acciones.

La Pasividad. La Pasividad consiste en no hacer ante lo que vemos. Permitirnos la injusticia, la iniquidad por evitar el problema, el enfrentamiento. Es cuando somos reticentes a tomar la iniciativa ante aquello que nos compete directamente, y no digamos nada si no afecta a nuestros resultados o a nuestro círculo de influencia, en este caso nos justificamos fácilmente, porque no actuamos ante el comportamiento indebido que afecta a otros.

 

 

¿Te has visto reflejado en alguno de estos ocho errores? Si la respuesta es sí, ¿qué harás para solucionarlo? Si la respuesta es no, ¿no estarás sufriendo de incoherencia?

 

¿Quieres saber más sobre el El Cuadrante del Mal Jefe? Ponte en contacto conmigo aquí.

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EL CUADRANTE DEL MAL JEFE

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