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¿Es tu empresa estúpida?

Antes de que empieces a leer este artículo, me veo en la obligación de advertirte de que si no eres capaz de finalizar su lectura, es muy probable que estés afectado por el síndrome de la estupidez empresarial.

El síndrome de la estupidez empresarial

Me gustaría que durante un momento abrieras los ojos de la observación crítica y te fijaras en el comportamiento que muchos de los empleados tienen hacia su trabajo. La crisis ha sido devastadora para las empresas, no sólo desde el punto de vista económico, sino especialmente en su nivel de inteligencia. La inseguridad laboral y las dificultades para encontrar una alternativa al puesto de trabajo, hace que muchas personas se preocupen más en lo que tienen que hacer para no ser despedidos que en ser realmente productivos para la compañía. Es decir, mucha de la inteligencia profesional del capital humano de la empresas se está malgastando en evitar ser uno más de los que engrosan la lista de desempleados. Vamos, que las compañías están pagando a una parte importante de sus empleados un salario para que éstos se esfuercen en mantener su puesto de trabajo, y no en ser productivos para quien les tiene contratados. Esta es la primera prueba de que muchas empresas se están volviendo cada día más estúpidas.

Como es obvio el futuro de un país está marcado por el nivel de inteligencia de sus ciudadanos. De hecho, existen interesantes estudios que inciden sobre la necesidad de aumentar el talento de las personas si se quiere mejorar las condiciones de sociales, económicas y personales de los habitantes de un país. Hay quien se atreven a decir que aumentando el talento existen más posibilidades, no ya de derrotar a la pobreza o a la precariedad social, sino incluso de aumentar la felicidad de las naciones. Permíteme que te recomiende el libro de José Antonio Marina, titulado «Objetivo: Generar Talento», de la editorial Conecta. (https://www.amazon.es/Objetivo-Generar-Talento-CONECTA-ANTONIO/dp/8416029261).

Partiendo de la premisa expuesta en el párrafo anterior, sobre la que todavía no tengo elaborada una decisión definitiva, es necesario que añadamos una segunda para, cuando menos, afinar y aumentar la precisión de las conclusiones a las que lleguemos. Esta segunda premisa es que el impacto que tienen las empresa sobre las condiciones de vida de los lugares donde se asientan, y por ende, de las personas a las que contratan y sobre las que influyen económicamente de forma indirecta es cada vez mayor. En algunos casos esta capacidad de influencia es incluso mucho mayor que el de la administración, ya sea local, provincial e incluso estatal. Estoy convencido de que se te ocurre más de un ejemplo en el que la capacidad de una empresa de transformar el entorno donde se estableces es mucho mayor que la de los poderes públicos; por recordarte uno bastante conocido, piensa en cómo ha afectado el establecimiento de las oficinas centrales de Inditex en Arteixo, A Coruña, en España.

De la misma manera que la existencia de empresas inteligentes son imprescindibles para el desarrollo de un país, el predominio de empresas estúpidas condenan al país al fracaso en un futuro más bien cercano. Por ello es responsabilidad de cada uno de nosotros estar atentos a que la empresa en la que trabajamos no se contagie de esta estupidez que se extiende como un virus, y que empieza a tener ya dimensiones de pandemia. En caso de que esto ya haya sucedido, estamos obligamos a poner los medios necesarios para revertir la situación. Siendo conscientes de que en caso de no hacerlo, tal vez conservemos nuestro puesto de trabajo durante algo más de tiempo, pero que el resultado final será condenarnos a un futuro de indigencia profesional, y de penurias sociales. Si crees que exagero, sólo tienes que recabar un poco de información sobre la situación en la que queda una zona cuando se produce el colapso de su principal fuente de riqueza.

 

¿Cómo reconocer si tu empresa está infectada por el Síndrome de la Estupidez Empresarial?

La manera de hacerlo es muy simple y es tan sencillo como pensar en tu empresa mientras recuerdas o lees de nuevo el cuento de Hans Christian Andersen, «El Traje Nuevo del Emperador». Por si no lo recuerdas completamente adjunto a continuación la sinopsis que puede encontrarse en la Wikipedia:

Hace muchos años vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día oyó a Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían lucir que trabajaban en la ropa, pero estos se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.

Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:

«¡Pero si va desnudo!»

La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo oyó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile.

En caso de que sientas que el cuento refleja perfectamente el comportamiento de los jefes y empleados de tu empresa ante su superior, que no te quepa la más mínima duda de que vives en una empresa infectada por el síndrome de la estupidez empresarial. Y si tú también repites este tipo de comportamiento, siento comunicarte que tú también estás infectado por el virus, y por lo tanto eres un estúpido empresarial -con todo mi cariño-.

A pesar de ello no todo está perdido y existen antídotos contra este virus que han de ponerse en práctica lo antes posible para garantizarnos que los daños sean los menos posibles. Estos antídotos son básicamente 3: el primero es combatir el muro 40, el segundo es crear el departamento de los abogados del diablo y el tercero es fomentar la desobediencia inteligente. Sobre ellos te hablaré en el siguiente artículo.

¿Quieres saber más sobre el El Síndrome de la Estupidez Empresarial? Ponte en contacto conmigo aquí.

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EL SÍNDROME DE LA ESTUPIDEZ EMPRESARIAL
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