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O, la cara oculta del optimismo.

Lo cierto es que en la planificación que tengo para desarrollar el contenido de este blog, el positivismo diabólico no debía aparecer hasta dentro de un par de meses. Sin embargo, hace unos días tuve una conversación sobre las característica que debía tener la persona que liderase una mediación, y por añadidura en cualquier negociación, que me hizo ver la imperiosa necesidad de adelantar su publicación.

Vaso opcionista

En esa charla, la persona con la que estaba hablando hacía referencia a una formación para futuros mediadores, en la que, durante una de sus clases se trató de delimitar las característica que debía tener un líder –si quieres saber lo que opino de ello puedes leer el post titulado El líder no existe-. Para definirlo utilizaron calificativos como empático, asertivo y positivo… toda una aberración para cualquier defensor de las Acciones de Liderazgo Líquido.

En el presente artículo me centraré en exclusiva en la cuestión del positivismo diabólico, y dejaremos la empatía («Los peligros de la empatía«) y la asertividad («La ineficiencia de la asertividad«) para más adelante.

La ignorancia desde la que se afronta el tema del positivismo es tal que se llegan a confundir el concepto de positivismo con el de optimismo, y por extensión el de negativismo con el de pesimismo. Por ello, creo necesario que antes de nada, y para evitar malentendidos, dejemos claro lo que significa cada uno de estos conceptos:

1.- Positivismo. 

Según el Diccionario de la RAE:

“1. m. Tendencia a valorar preferentemente los aspectos materiales de la realidad.

2. m. Afición excesiva a comodidades y goces materiales.

3. m. Actitud práctica.

4. m. Sistema filosófico que admite únicamente el método experimental y rechaza toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto.”

Según Wikipedia, “el positivismo es una corriente o escuela filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación de las teorías a través del método científico. El positivismo deriva de la epistemología que surge en Francia a inicios del siglo XIX de la mano del pensador francés Saint-Simon primero, de Augusto Comte segundo, y del británico John Stuart Mill y se extiende y desarrolla por el resto de Europa en la segunda mitad de dicho siglo. Según esta escuela, todas las actividades filosóficas y científicas deben efectuarse únicamente en el marco del análisis de los hechos reales verificados por la experiencia.”

2.- Optimismo. 

Según la RAE:

“1. m. Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable.

2. m. Doctrina filosófica que atribuye al universo la mayor perfección posible.”

Según Wikipedia, “el optimismo, al igual que la esperanza, es la doctrina y la disposición de espíritu que aguarda lo mejor y lo más positivo de todo en psicología, ética y filosofía. (…) Desde el punto de vista de la filosofía, el optimismo es la doctrina que expresa que vivimos en el mejor de los mundos posibles (tesis leibniziana).”

3.- Negativismo. 

Según el filósofo alemán Friedrich Schelling, existe una filosofía negativa que se opone, a modo de dialéctica, a una filosofía positiva. La filosofía de Hegel es una filosofía negativa. La idea principal, aunque no la única, en la que fundamenta esta afirmación es que a partir de las ideas no se llega a lo real. Mientras que para una filosofía positiva, lo real, es algo de lo que se es consciente.

4.- Pesimismo. 

Según la RAE:

1. m. Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más desfavorable.

2. m. Sistema filosófico que consiste en atribuir al universo la mayor imperfección posible.

Según Wikipedia, “Pesimismo (del latín pessimum, «lo peor»), es un estado de ánimo y una doctrina filosófica que sostiene (invirtiendo la tesis leibniziana) que vivimos en el peor de los mundos posibles, un mundo donde el dolor es perpetuo (Schopenhauer) y nuestro destino es tratar de obtener lo que nunca tendremos. El pesimismo niega el progreso de la civilización y de la naturaleza humana. Desde el punto de vista psicológico, constituye uno de los rasgos o síntomas más señalados de la enfermedad conocida como depresión.”

Aclaradas las diferencias entre los conceptos mencionados, lo primero que nos queda de manifiesto es la habitual confusión entre el positivismo y el optimismo, y entre el negativismo y el pesimismo. En especial entre los defensores de las teorías “happyflowerianas”.

Este error inocente tiene graves resultados en nuestra realidad. Para demostrarlo, propongo a cualquiera que tenga que hacer una entrevista de trabajo, que se declare ante el entrevistador como un ferviente negativista. ¿Cuál crees que sería la reacción del entrevistador?

Sin embargo, este ejemplo es anecdótico comparando con las terribles consecuencias que la psicotrampa del pensamiento positivo produce en nuestra época.

Desde hace tiempo se vienen publicando una multitud de estudios científicos, en los que se defiende que el pensamiento positivo influye en un mayor bienestar y felicidad de las personas. No pretendo cuestionar cierta causalidad, en determinados supuestos, entre este tipo de pensamiento y una mejora en el bienestar y felicidad de sus practicantes. Pero, sí defiendo que es mucho más evidente la relación existente entre la decepción por no alcanzar unas expectativas desmesuradas –en muchos casos ilusorias– y formas de depresión patológicas. Cuanto mayor es la expectativa, mayor es la decepción en caso de no alcanzarse.

Esta corriente, en su grado más exacerbado, defiende la creencia -en algunos caso elevada al rango de fe- de que existe una presunta capacidad del ser humano para influir en su destino mediante el pensamiento positivo. Es más, aseguran que si no logras lo que deseas es porque no eres lo suficientemente positivo -¡cuidado!, porque el trompazo puede ser morrocotudo-.

Como nos recuerda el profesor Nardone, la profecía autocumplida es mucho más efectiva en sentido negativo que en sentido positivo. Y además, los efectos positivos de este tipo de pensamiento sólo son posibles si este mecanismo de autoengaño es inconsciente. Es más, cuando se trata de utilizar de manera consciente se produce un efecto paradójico. Cualquiera puede comprobar que si tiene miedo y se esfuerza en pensar de forma positiva, se asustará aún más.

Todo el mundo sabe, aunque muchos se esfuerzan en olvidarlo, que el efecto placebo y el efecto expectativa, sólo son efectivos cuando la persona no es consciente de que realmente utiliza productos ineficaces o maneja ideas erróneas. Lo que no tiene nada que ver con el pensamiento de que algo inútil va a ser efectivo simplemente porque se piense de forma positiva.

Es posible que llegados a este punto algunos se sientan acorralados entre las cuatro paredes formadas por el positivismo, el optimismo, el negativismo y el pesimismo. Y ante la manida pregunta: “¿el vaso está medio lleno o medio vacío?”, se arrojen a los brazos de la desolación debido a la ausencia de una respuesta que indique qué actitud ha de tenerse ante situaciones complejas.

En mi opinión, hay una solución, una vía de escape que nos impedirá caer en la negatividad del pesimismo y en lo irreal del pensamiento positivo. A este nuevo camino le he puesto un nombre tan poco acertado como “Opcionismo”, por lo que estoy abierto a vuestras sugerencias.

El Opcionismo consiste en algo tan sencillo como en tener la confianza de que es posible encontrar la mejor solución viable para resolver un problema determinado, o para alcanzar un objetivo específico, con los medios, recursos, capacidades, etc, de que se dispongan en ese momento. Esto no quiere decir que en muchas ocasiones la mejor solución posible tan sólo pueda garantizar el menor de los males.

En resumen olvídate del pesimismo/negativismo, pues no te ayuda a nada. Desestima al optimismo/positivismo ya que lograr lo utópico no es factible en la realidad, y céntrate en encontrar la mejor solución posible con aquello que tienes a tu alcance.

El Opcionismo, es la solución del liderazgo líquido a situaciones complicadas.

¿Quieres saber más? Ponte en contacto conmigo aquí.

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EL POSITIVISMO DIABÓLICO
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10 pensamientos en “EL POSITIVISMO DIABÓLICO

  • 15/10/2014 a las 4:54 pm
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    Por más que la conclusión pueda ser que debemos darnos siempre un margen suficiente a nosotros mismos, no quería dejar de darte las gracias por tu orientación!

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  • 09/10/2014 a las 9:42 am
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    José Luís, no se merecen, gracias a ti

    Por lo que me comentas, la separación entre opcionismo y posibilismo es más bien difusa o fluida e, incluso, inexistente, tanto por la componente no necesariamente real o convencional del opcionismo como por su proyección personal.

    Por otro lado, supongo que el opcionismo es simétrico en general, es decir, tan aplicable negativamente como positivamente ¿o tendería más bién a esto último?

    En mi modesta opinión, sería bueno delimitar el opcionismo lo más claramente posible . Por ejemplo, en el ser y en el hacer.

    Y, por cierto, tengo mis dudas sobre dónde estaría el pensar, que quizás esté en ambos a la vez: para cada uno el pensar es parte de nuestro hacer y para los demás es una parte invisible de nuestro ser (hoy por hoy) ¿o es justamente al revés?

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    • 13/10/2014 a las 1:49 pm
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      Jesús, tus reflexiones son muy interesantes, gracias por compartirlas.

      Es posible que la separación entre opcionismo y posibilísimo sea borrosa en algún momento. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que lo que delimita el repertorio de opciones viene determinado por la realidad de cada individuo, más que por las posibilidades que el entorno ofrezca al ser humano. Es decir, el componente intrínseco, en su aspecto teórico, es lo determinante debido a que el opcionismo bebe de las fuentes del constructivismo radical. Por lo que cada ser humano construye su propia realidad.

      Esta vinculación con el constructivismo hace que la simetría a la que te refieres deje de ser relevante, puesto que la subjetividad hace que calificar que su aplicación pueda ser tanto «negativamente» como «positivamente» no tenga relevancia.

      Si afrontamos la cuestión del ser y del hacer, desde una aproximación sistémica las fronteras entre el ser y el hacer dejan de ser tan importantes y, en ciertos casos, incluso irrelevantes.

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  • 07/10/2014 a las 7:54 pm
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    Interesante el concepto de opcionismo frente, por ejemplo, al de posibilismo que entiendo sería más abierto, flexible e ilimitado. Parece más práctico pero, adoptado como actitud integral ¿no sería excesivamente limitante? No me imagino a ningún artista, científico, emprendedor o creador con huella que fuera únicamente opcionista…

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    • 08/10/2014 a las 10:37 am
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      Jesús, muchas gracias por tu comentario.

      Creo haber entendido a lo que te refieres respecto a la posible limitación que el opcionismo puede suponer. Sin embargo, permíteme aclara que lo viable no está limitado a lo existen. No se circunscribe a las soluciones comunes y habituales. Dentro de lo viable está la creatividad que puede dar soluciones originales a antiguos problemas.

      Por otro lado, he de resaltar que lo viable está íntimamente relacionado con cada persona. En otras palabras, es una cuestión personalísima, por lo que no creo que sea excesivamente limitante. Simplemente se adapta al «poder hacer» de la persona…

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  • 23/09/2014 a las 3:53 pm
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    «Ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable» (optimismo) no tiene nada que ver con la creación de expectativas desmedidas que acabaran en desilusiones. Esto es «ilusionismo».
    Por lo tanto no parece razonable desechar el optimismo porque algunos confunden su significado.
    Un optimista…

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    • 23/09/2014 a las 5:08 pm
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      Florent, muchas gracias por tu comentario y por tu optimismo.

      Tu reflexión me ha parecido muy interesante, y por ello me tomo la libertad de hacerte unas preguntas, con la intención de ser convencido y convertido al optimismo:

      1.- ¿Cuál es el límite del «aspecto más favorable» de cualquier situación? Es decir, cómo se sabe que «algo es el aspecto más favorable» y que más allá de ese punto se convierte en… «otra cosa».

      2.- ¿Ha de tender el optimismo al infinito en la interpretación de la idea «aspecto más favorable»?

      3.- ¿Este «aspecto más favorable» puede ser objetivo o siempre se verá teñido por la preferencia subjetiva?

      4.- Si la respuesta a la pregunta anterior es que puede ser objetivo, ¿no supondría ello que existiría un «optimismo oficial» fuera del cual cualquier expectativa no debería ser considerada como un optimismo real? ¿Quién, qué o cómo se determinaría este «optimismo oficial»?

      Y en caso de que la respuesta fuera la segunda, ¿cómo podría determinarse lo que es optimismo de lo que son «expectativas desmedidas»?

      Discúlpame por las preguntas -tengo muchísimas más pero no quiero agotarte con ellas-. Estoy convencido de que con tus respuestas podrás ayudarme a salir de mi error respecto al optimismo, puesto que te defines como optimista.

      Un abrazo.

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      • 23/09/2014 a las 8:20 pm
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        Saludos Jose Luis

        Te haré una pregunta con un caso hipotetico.

        Una persona que tiene un proyecto innovador, hace un estudio estadistico del mercado objetivo, de la posible competencia y posibles ganancias (un estudio estadistico junto con un calculo de rentabilidad del proyecto te puede arrojar en cifras reales el minimo y maximo que puedes ganar con ese proyecto y el tiempo en el que se deberian ver ganancias). Todo esto aunque sea un calculo matematico, tambien pasan la variabilidad del mercado en el tiempo y otros factores que no pueden controlarse a un 100% (el rechazo del producto por parte del mercado u otros factores externos).

        Ahora este estudio te dice que en el mejor de los casos puedes llegar a triplicar su inversion en un mediano largo plazo, y que en el peor de los casos el proyecto tenga una mala acogida por parte del mercado y no recuperar nada.

        Que piensas que es lo que impulsa a una persona a arriesgarse con ese proyecto?, yo en lo personal pienso que si nos basamos en el negativismo, no nos arriesgaremos con ese proyecto por el miedo al peor de los males, sin embargo con el optimismo y positivismo podremos seguir adelante intentando apuntar al mejor de los resultados (obviamente no ilusionandonos pensando que el resultado positivo sera el unico resultado posible). Debemos tener un cable a tierra y pensar optimistamente.

        Y te puedo dar grandes ejemplos en la historia, donde personas se han arriesgado con un proyecto que estadisticamente ha parecido no muy conveniente, pero al ser innovador y ver el «vaso medio lleno» han podido llegar lejos (como dicen, el que no se arriesga no cruza el rio).

        si gustas te puedo enciar la entrevista que le hicieron a Jack Ma (el hombre mas rico de china), donde dice que si un proyecto es aprobado por el 90% de su equipo, el descarta ese proyecto porque es algo que es visible para todos. Arriesgarse siendo positivo es lo que puede traer en esta vida las mayores ganancias para las personas.

        Saludos

        Responder
        • 23/09/2014 a las 11:07 pm
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          Cristian, muchas gracias por tu comentario. Una vez más planteas un cuestión estimulante.

          Según mi experiencia, una de las creencias más extendidas en nuestra cultura occidental, lo que no significa que por popular sea cierta, es que el paso de la estrategia a la acción se produce exclusivamente por la motivación.

          Partiendo del constructo operativo de las sensaciones de base que miembros de la Universidad Invisible (Escuela de Palo Alto) crearon, considerar la motivación (incluída en este caso dentro de la sensación de base placer) como único elemento estimulante de la acción, supondría despreciar la potencia movilizadora que tiene la correcta gestión de la resistencia al cambio.

          Para no extenderme remito al contenido del post https://elpeoncoronado.com/deja-de-motivar-y-centrate-en-lo-importante/

          Estoy convencido que no habrá ningún problema en abstraer las ideas que se exponen en el artículo mencionado y aplicarlas al caso que nos ocupa en estos momentos.

          Sería fantástico que compartieras la entrevista que mencionas.

          Un abrazo

          Responder

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